La ósmosis es un fenómeno químico que puede afectar a la célula de diversas maneras. Consiste en el movimiento de moléculas a través de una membrana semipermeable, que separa dos disoluciones con diferentes concentraciones de soluto. Cuando una célula se encuentra en un medio externo con mayor concentración de soluto que en su interior, esta experimentará un flujo neto de agua hacia el medio externo, con el objetivo de igualar las concentraciones.
Este proceso afecta a la funcionalidad de la célula, ya que el exceso de agua en el medio externo puede provocar una inflamación en la misma, mientras que la falta de agua puede deshidratar sus orgánulos y organelos, afectando su correcto funcionamiento y en muchos casos, incluso, provocando la muerte celular.
Para evitar estos efectos negativos, las células deben mantener un equilibrio constante entre la cantidad de agua que entra y sale, lo que es posible gracias a la osmorregulación, un proceso metabólico que se encarga de controlar y mantener el equilibrio osmótico dentro de la célula.