La electrólisis con sal es un proceso químico que utiliza la electricidad para separar los componentes de la sal (cloruro de sodio) en sus iones constituyentes: el sodio y el cloro. Este proceso se lleva a cabo en un dispositivo llamado celda electrolítica.
La celda electrolítica consta de dos electrodos sumergidos en una solución de sal y conectados a una fuente de energía eléctrica. El electrodo positivo, llamado ánodo, está conectado al polo positivo de la fuente de energía, mientras que el electrodo negativo, llamado cátodo, está conectado al polo negativo. Entre los electrodos se forma un puente salino o una membrana semipermeable para permitir el paso de los iones.
Al aplicar una corriente eléctrica a la celda electrolítica, se produce un flujo de electrones desde el ánodo hacia el cátodo. En el ánodo, el cloruro (Cl-) se oxida, perdiendo electrones y formando cloro gaseoso (Cl2). Este cloro se libera como gas en el ánodo. Al mismo tiempo, en el cátodo, los iones de sodio (Na+) ganan electrones y se reducen, formando sodio metálico (Na) que queda depositado en el cátodo.
El cloro gaseoso liberado en el ánodo es tóxico y debe manipularse con precaución. Por otro lado, el sodio metálico formado en el cátodo reacciona inmediatamente con el agua presente en la solución, formando hidróxido de sodio (NaOH) y liberando hidrógeno gaseoso (H2). El hidrógeno se libera como gas en el cátodo.
En resumen, la electrólisis con sal utiliza la electricidad para separar los iones de sodio y cloro que componen la sal. El cloro se libera como gas en el ánodo, mientras que el sodio reacciona con el agua para formar hidróxido de sodio y liberar hidrógeno en el cátodo. Este proceso tiene aplicaciones industriales, como la producción de cloro y de hidróxido de sodio, así como también en la generación de productos químicos y en la purificación del agua.